Todo empezó con normalidad, en una madrugada muy templada, 17 grados, y con sensaciones habituales al empezar el entreno.
Pero poco antes del km.3 empezaron unas molestias
intestinales bastante fuertes, con pinchazos en costado izquierdo. Y no, hoy no
estaba dispuesto a repetir jugada de hacer una cagadarunning por Montecerrao.
Además, dichas molestias son debidas a que “la cosa” viene bastante “floja”,
con lo que el ponerse a intentar parar un penalti no era muy recomendable.
Tuve que parar de correr, caminar unos segundos, para que
molestia aflojase. Y repetir esta jugada otra vez más en ese kilómetro 3. Como
siempre, parado en medio de una ciudad dormitorio dormida y desierta, las dudas
de que hacer, si vuelta a casa, si seguir, … Decidimos seguir debido más que
nada a que tampoco estábamos al lado de casa precisamente. Luego, pareció
mejorar la cosa, y hubo unos minutos bastante más tranquilos.
Ya cuando empezaba el camino de vuelta, kilómetro 4-5
aproximadamente, volvieron las molestias, pero estas ya más concentradas en
parte final de espalda. Vamos, que ya eran las molestias de irse por la patilla
en cualquier momento. Agarramos los machos, y con ganas de llegar a casa, acabar
este pseudo-entreno y subirse al merecido podium Roca.
En camino de vuelta, otras 3 paradas técnicas para caminar
unos metros, porque si no llegaba con regalo en pantalón a casa… Es increíble como
acelera estas cosas el correr, caminando esa sensación se alivia un montón.
Nada más entrar en casa, David, mi hijo de 3 años protestando
en la cama. Por tanto, mi merecido trono tuvo que esperar otros 2 interminables
minutos. Y si, me hubiese equivocado muy mucho si decido repetir jugada de dejar
el regalito en Montecerrao. Porque el regalito hoy era envenenado…
Pue eso, nuevo artículo del blog un poco escatológico, pero “ye
lo que hay”.
Espero este finde poder salir en horario habitual de fines de
semana y hacer 12 kms. cada día. Hay que empezar a afinar con vistas al mes de
Agosto. Septiembre ya no está tan lejos.
Saludos correnderos.
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