Sirva este artículo como homenaje a Víctor
Monte, descubridor y restaurador de los neveros del Naranco, las casamatas de
la Guerra Civil, y creador de refugios por todo el monte ovetense. Ojalá esta
labor sea apoyada por Ayuntamiento, y algún día el monte se cuide, regenere, y
muestre a todo el mundo. Por ahora, para los correnderos que trotamos por sus
caminos, cada día nos encontramos con rincones nuevos, desconocidos. Todo un
lujo a unos minutos del centro urbano. Por mi parte lo estoy empezando a
disfrutar muy mucho.
Os dejo extractos de artículos que hablan
de Víctor y los neveros, y fotos de los mismos, y como llegar a ellos:
La otra ladera del monte Naranco, la que no
se ve desde Oviedo, es tan desconocida y misteriosa para los carbayones, y para
los asturianos en general, como lo fue, siglos y siglos, esa otra cara oculta
de la Luna para la Humanidad. Sigue siéndolo ahora y sólo unos pocos
afortunados, que recorren senderos secretos que llevan de la cumbre a la
melodía, de la exaltación al misterio, disfrutan de sus escondidos secretos.
Víctor Montes, de la quinta del 48,todos y cada uno de los días del año, navega
con su perra Cuca por las faldas del monte Naranco e intenta, con sus manos
generosas, preservar el riquísimo patrimonio que este monte sagrado guarda.
Este es Víctor Monte:
Sí, en su falda están San Miguel de Lillo y
Santa María del Naranco; pero también están las antiquísimas minas de ferrita,
que Víctor Montes desbrozó reabriendo su entrada; también están los búnkeres,
que él rozó y reparó; están los antiguos caminos, que desbrozó; y están, los
neveros que surtían de hielo a Oviedo, Gijón y Avilés, antes de la
electricidad.
Ver situación neveros:
Hay cartel señalizándolos al borde de carretera que baja de Cristo Naranco hacia Pevidal:
Tras el Cristo que ilumina la capital de
Asturias están los neveros. Víctor Montes ha reabierto el camino, que desbroza
dos o tres veces al año y ya hacia los terrenos de la cantera de Arcelor están
unos pozos inmensos, de más de diez metros de diámetro y entre ocho y diez de
profundidad. Tras un paseo entre cotolles y brezos, con esa luz que confiere el
norte, llegamos a un paraje que hermoso. Víctor nos explica cómo en ellos
apilaban una capa abultada de nieve, la cubrían con felechu, y apilaban otra y
otra hasta rellenarlo.
Y así, antes de la luz eléctrica, los bares
y los hospitales podían tener hielo en verano.
Estas inmensas construcciones que en
cualquier otra parte del mundo, allí donde se estime el patrimonio, gozarían no
sólo de protección sino de esa carta de presentación que es el orgullo propio.
Los neveros funcionaron todo el siglo XIX por lo menos, pero es posible que
sean anteriores y que los helados que comiesen nuestros antepasados del XVII y
del XVIII proviniesen de aquí. En 1912, hace casi un siglo, dejaron de
explotarse: una fábrica de hielo en Llanera acabó con este hermoso negocio de
perpetuar el frío.
Víctor Montes ha recuperado este
patrimonio, poniendo incluso vallas de protección y señales de peligro, por
pura afición. Ama el Naranco como amó el mar y para reabrir caminos, recuperar
los neveros -cuando los encontró estaban totalmente tapados y acodicionar los
búnkeres no pidió nada. Lo hizo y punto.
Los neveros están construidos con sillares en forma circular,
a modo de una torre medieval pero hacia abajo. Tiene unos diez metros de
profundidad y en ellos se depositaba la nieve, que antes se pisaba bien. Se iba
colocando por capas con helechos entre capa y capa, lo que evitaba que se
derritiera. Al estar situados en la cara Norte del monte y en zonas umbrías, la
nieve se mantenía durante todo el año. Víctor restauró dos neveros, (uno en El
Pevidal y otro junto al picu La Vara) y los señalizó y protegió para evitar
accidentes. El de El Pevidal fue descubierto por casualidad por un cazador que
seguía el rastro de un jabalí y estuvo a punto de caer en él. El de La Vara lo
encontró tras seguir las indicaciones de un amigo que sabía de su existencia.
Asegura que hay dos neveros más que no han sido descubiertos. Sin salir del
Pevidal encontramos una fuente de agua potable proveniente de manantial y que
según Víctor “es el mejor agua de Oviedo”. En esta zona había una mina de
hierro que atravesaba el monte entero.
Fotos de los neveros:
La pasión por el Naranco le viene de Víctor de su tío
Armando, que era montañero. En los años 80 del siglo pasado le enseñó todos los
rincones misteriosos del monte y la mayoría de los senderos (hay numerosísimos
caminos por ambas caras, aunque algunos están intransitables por la
vegetación). Uno de ellos iba desde la finca Contriz hasta Llampaya, pero, a
pesar de ser público, dice Víctor, “lo cerró un paisano”.
Una de las aficiones de Víctor es la de construir, con
los elementos que encuentra en el monte, refugios para los excursionistas, por
si les sorprende una tormenta, o necesitan descansar. En total ha construido
doce en todo el monte. Todos ellos están equipados con ropa de abrigo, paraguas
y camas por si alguien tuviera que hacer noche.
Ver fotos refugios:
Había un repotaje en la TPA o en algún otro sitio donde etrevistaban a Victor sobre el tema
ResponderEliminarComo bien me ha indicado Rookie, hay dos zonas de neveros, la que yo os comenté es la de los Pozos de la Nieve de la Vara, y bajando por perirubano, al poco de pasar fuente, antes de entrar en casas abandonadas de Pevidal, una senda a la izquierda nos lleva a los neveros del Pevidal.
ResponderEliminarHabrá que ir en su busca mañana miércoles.
Y yo que me preguntaba que quién habría hecho ese "mirador" de la sombrilla...
ResponderEliminar¿El de Llampaya también es de Víctor?
Grandísima labor la d'esti paisanu...
Efectivamente, el de Llampaya también es de Victor. Tiene 12. Y yo sólo conozco este que dices, el de Llampaya, el de los neveros que fui ayer de Nieve de la Vara, y hay otro en los neveros de Pevidal.
EliminarSubiendo por sendero que cogíamos a la drecha de fuente Pastores, por donde nos iniciamos en monte Naranco no hace tanto tiempo, hay una desviación con una especie de entrada de madera que puede ser otro.
Buena cosa localizarlos todos...