Esta es su crónica:
CRÓNICA MARATÓN DE SAN SEBASTIÁN 2015
Hace más de
cinco años empecé a correr con 41 años, dos niños pequeños y muchos kilos de
más. Me compré unos Asics Nimbus 11 y en la caja se quedaron durante un mes. El
día que al fin me decidí a los 400 mts. tuve que pararme. Me moría. Pero
insistí…
El 16 de
octubre de 2011 disputé mi primera carrera. Lo de correr un maratón ni se me
pasaba por la cabeza. Cuatro años, más de 30 carreras y miles de kilómetros
después… ¡¡SOY MARATONIANOOOO!!
¿Y cómo empezó
todo? La verdad es que lo de correr 42 kms. no me atraía demasiado. Participar
en una maratón exige una preparación previa que yo no creía poder hacer por
falta de tiempo y ganas. El año pasado sí que me rondó por la cabeza hacer una
maratón de montaña, el Desafiosomiedo, pero creo que acertadamente lo descarté
este año tras hacer el Trail de Gijón en febrero de este año. El culo me pesa
demasiado…
El caso es que
no sé porqué en mayo todo se precipitó. Leí algunas crónicas de maratonianos y
en caliente reservé hotel en San Sebastián y me apunté al maratón…¡¡¡ay
madre!!!. No había marcha atrás. En casa fui soltándolo poco a poco, al modo
Gila: “me estoy pensando lo de hacer un
maratón”, “San Sebastián está cerca y dicen que es muy bonita”, “con un par de
días sería suficiente…”. Ante semejantes insinuaciones, Mónica, mi mujer, no me tomaba en serio. Lo notaba en su cara: “tú estás muy mal“, ” a dónde vas, calamar”,
parecía decirme cada vez que sacaba el tema como de pasada.
Paralelamente,
busqué apoyo exterior. También “veladamente” intenté convencer sin mucho éxito
a mi buen amigo Papirunning. El muy “jodío” no quiso saber nada. Eso sí, su
apoyo nunca me ha faltado. En fin, no quedaba más remedio que ir sólo.
Pero estaba
convencido. El siguiente paso fue pensar en un plan de entrenamiento. Busqué
por Internet planes que se adecuaran a mi trote cochinero, pero finalmente
decidí “contratar” a un entrenador personal. El gran Valentín, compañero de
club y un auténtico crack, me elaboró un plan de 14 semanas de forma desinteresada
y bajo unas condiciones concretas que yo le impuse: tres o cuatro días de
entreno, nada de series y nada de dieta. Así, el plan se ha basado en rodar
para acabar la maratón en torno a las cuatro horas.
No lo he
llevado mal, aunque reconozco que se me ha hecho pesado el último mes. He
tenido días de entreno muy buenos y otros no tanto, pero en general estoy
contento. Eso sí, para mejores resultados en carrera no queda más remedio que
elevar el nivel de exigencia con entrenamientos más específicos. A lo mejor
para la ¿próxima?
Nervios,
muchos nervios la semana antes de la carrera. El viernes de la semana anterior
tengo la espicha del Club Correr Asturias y todos son buenos consejos y muchos
ánimos. Gracias gente, lo agradecí mucho.
Y llegó el sábado.
Los niños ya desde la noche anterior con mi suegra y salida prevista hacia San
Sebastián temprano por la mañana. La ropa, geles y equipamiento vario para la
maratón preparé antes de irme a dormir. Pero las 12:00 no es lo que yo entiendo
“temprano por la mañana”, así que Mónica y yo llegamos a Donosti poco más tarde
de las 16:30. Encima el retraso fue mayor por un accidente a la altura del
puente de la Arena que nos tuvo parados en la autopista unos veinte minutos.
Atacado estaba pensando en que tenía hasta las 19:00 para recoger el dorsal en
el velódromo de Anoeta.
Más nervios.
Entramos mal en la ciudad y ya nos veíamos dando vueltas buscando el hotel,
pero de repente vi una indicación de Anoeta y nos fuimos a por el dorsal. Recojo
el dorsal y la bolsa con una bonita camiseta, me saco una foto en el podium y
para el hotel, que desde el estadio ya no hay problema para llegar sin
perderse. Paso de la feria del corredor, que tampoco parecía ser gran cosa. Por
cierto, hasta ahora muy buena organización. Me gusta.
Tras
instalarnos en el hotel donde ya se respiraba un gran ambiente maratoniano con
numerosos corredores (muchos franceses y catalanes), nos dispusimos a dar una
vuelta por San Sebastián, ciudad que todo el mundo califica de preciosa y desde
luego que lo es. Tanto a Mónica como a mí nos encantó: la Concha, la Parte Vieja, las calles
comerciales, Gros… nos conjuramos para volver en un futuro próximo.
Recién
llegados a la Concha recibo una llamada. Era él, el ultraman Hari Seldon. Un
gran detalle por su parte. Después de todo, parece un gran tipo jejeje… gracias
Nacho, me prestó un montón.
Para cenar tocaba
pizza por lo de cargar hidratos. Hace un mes, Pablo, compañero del club y que debutó
en este maratón el año pasado, me aconsejó que reservara mesa en un restaurante
italiano, pero no le hice caso. Lo lamenté. Varias pizzerías después (todas
absolutamente abarrotadas y con largas colas para cenar), giramos en una
esquina y aparece un Telepizza. Si no hay más remedio…
Ya en el hotel
de nuevo, un cafetín y para la cama. Son las 00:30, y después de dejarlo todo
preparado me duermo relativamente rápido. Curioso, estoy menos nervioso. Pongo
el móvil para las 6:30, pero a las 5:45 ya no aguanto en la cama. Al baño a
pasar el rato y después a desayunar. Comedor a tope de corredores. No desayuno
mucho: dos tostadas con mermelada, dos vasos de zumo, un par de pequeños
croissants, un donut pequeñito y un plátano.
De vuelta a la
habitación, doy vueltas haciendo no se
qué hasta las 8:00, hora en la que me voy. La salida es a las 9:00 y tengo
previsto ir andando los escasos dos kms. que hay hasta Anoeta. Llevo una
mochila y la chaqueta del club y un pantalón de chándal para dejarlos en la
consigna del velódromo.
Cuando salgo,
veo que muchos participantes están esperando el autobús (gratuito). Decido
hacer lo mismo, pero tras quince minutos esperando los nervios me pueden y me
voy andando. Como suele ocurrir en estos casos, a los cinco minutos el autobús
pasó…
Llego a
Anoeta, dejo la mochila y me convierto en un flan andante. Quedan 10 minutos
para salir en mi primera maratón. En la salida me encuentro con gente del club
Esportate asturiano, nos cruzamos unas palabras, nos deseamos suerte y al lío.
Hay mucho
ambiente y suena la música. Salimos juntos los del maratón y los de la media. El
día es ideal, con nubes y claros y unos 10 – 12 C. El miedo y los nervios de
los últimos días se convierten en una emoción que no había experimentado antes en
ninguna otra carrera. Se da la salida y comenzamos andando y trotando. Tardo
más de seis minutos en pasar bajo el arco de salida. Pitido y pongo el Polar en
marcha. Estoy flipando. ¡¡Yo, yo, en una maratón!! Me digo que ha disfrutar y a
pasarlo bien. Ni intento coger la liebre de 4 horas. Pa qué.
Salgo
tranquilo. Quiero quedarme con todo: sensaciones, recorrido, gente. Enfocamos
la vera del río Urumea y entre los corredores todo es buen rollo. Pasamos bajo
un túnel donde está colocado el km. 5, damos la vuelta y otra vez al Urumea
camino de Gros. Siguiendo el plan previsto, bebo un par de sorbos de agua en
cada avituallamiento. Nada de Powerade azul. Los primeros 7 kms. salen un poco
por debajo de 6’/km.
El ritmo
previsto para hacer 4 horas es de 5’40’’/km. Voy por encima, pero todavía queda
mucho. Sensaciones buenas y seguimos para adelante. En el km. 8 me fijo en un
trío de corredores con los que voy haciendo la goma. No les pierdo de vista, y
observo que dos de ellos van muy pendientes del otro. Noto que voy un pelín más
rápido con su referencia.
En el primer
paso por la Concha disfruto como un enano. ¡Qué bonito todo! Ah, un
avituallamiento, pues a beber agua. Al final del paseo de la playa pasamos por
un túnel, giro a la izquierda y enfocamos la zona de Tolosa, una especie de
parque tecnológico/universitario-zona industrial con anchas calles que pica un
pelín hacia arriba a la ida. A estas alturas sigo corriendo bien y muy contento
con el apoyo del público. Anima lo suyo. Así da gusto.
Giramos en una
rotonda y vamos de vuelta. Llega el km. 15 y me tomo el primer gel. Voy
corriendo a ritmos medios en torno a 5’35’’ – 5’40’’/km., sin problemas. Mi
referencia sigue ahí. Soy consciente ya de que no voy a bajar de las 4 horas,
tal vez 4:05 o así. Bueno, está bien. No hay problema.
Volvemos a la
Concha y disfruto de la carrera. Lo estoy pasando genial, pero no sé lo que va
a pasar a partir del km. 30. Ya vamos dirección a Anoeta para el primer paso
por el estadio. Ahí acabarán los de la media. A la entrada del estadio me uno a
los tres que llevo por delante, y les pregunto que a qué ritmo van. Me dicen
que a 4 horas y me invitan a acompañarles. Son tres vascos, Ricardo, Gorka e
Iván, muy majetes ellos. El que se llama Iván es debutante y los otros dos le
están llevando en volandas. Salimos del estadio y paso con ellos la media en
2:08.
Hablan
bastante y uno de ellos comenta que ha corrido la maratón de Nueva York. Pienso
que si podré ir algún día. Es Ricardo, al que se le ve muy sobrado. Cogen agua
y barritas y me ofrecen siempre. Son unos cracks. Estos kilómetros me pasan muy
rápido en su compañía.
Estamos en la
segunda vuelta y volvemos al Urumea y al largo túnel. En el km. 25 tomo el
segundo gel y no perdono un avituallamiento. El recorrido me gusta, llano y
variado a pesar de las dos vueltas. Tal vez Tolosa es lo más feo.
Y llega el km.
27. Es hora de continuar sólo. Me despido de mis compañeros y me descuelgo. Voy
un poco peor y no me quiero cebar que llega el km. 30. Más allá es territorio
desconocido para mí. El ritmo sube un poco por encima de 5’40’’/km.
De nuevo en Gros
continuamos hacia el segundo paso por la Concha. Ya he pasado el temido km. 30
y poco después veo a Mónica. No puedo sonreír ni emocionarme más. En el último
mes ha tenido que aguantar mis nervios y ha tenido mucha paciencia conmigo. Me
pregunta un tanto preocupada que si voy bien y que si voy a llegar. Le digo que
sí, que no quedan más que diez kms. y que no se preocupe.
Feliz como una
perdiz, pienso en eso, que diez kms. más y que ya está. Enfocamos Tolosa por
segunda vez y en el km. 32 último gel. Pero voy tocado. Esta zona se me
atraganta: recta, rotonda, recta, rotonda, y la cabeza ya empieza a pensar
cosas raras.
Andar. No
quería andar, pero no me quedo más remedio. En el km. 35 tengo que andar unos
metros o me paro del todo. Las piernas no van y la mente no ayuda. Voy vacío y
sufro de verdad, pero lo poco que ando me sirve para recuperar y eso hago en
los siguientes kms. En los avituallamientos ando para beber, ya no corro. Otra
vez en la Concha y para el estadio, que esto se acaba. Pero juro y perjuro que
una y no más.
El ritmo de
los kms. 35 y 36 subió a los 6’/km, los tres siguientes hasta los 6’40’’/km, el
40 a poco más de 6’ y el 41 por encima de 7’30’’/km. En éste anduve mucho
porque quería correr completo el último y entrar bien en la meta. Y así lo
hice.
Sufriendo como
un perro, pasándolo mal, pero allí estaba, acabando un maratón. Entro en el
estadio, levanto la vista y a la primera veo a Mónica en las gradas. ¡Joder! No
puedo describirlo, pero la sensación de correr esos últimos 200 mts. por el
tartán es única. Se me ponen los pelos de punta solo de pensarlo ahora.
Sonreía, reía, gritaba… No me acuerdo del sufrimiento, no me acuerdo de nada.
Quiero que esos 200 mts. sean los más largos de mi vida.
Llego a la
meta levantando los brazos y con un subidón total. Estoy muerto, pero he podido
con el maratón. Me apoyo en una valla y un sanitario me pregunta que si estoy
bien. Le digo que si, levanto la vista y veo a Mónica que me mira entre
asustada y aliviada desde la grada. Soy feliz. Muy feliz.
Pero después,
el bajón. Estoy vacío, me mareo un poco y se me hormiguean los brazos. Creo que
estoy hiperventilando. Mónica se asusta un poco, y a duras penas recojo la
medalla y la bolsa con fruta, galletas, agua y algo más. Salimos del estadio
camino del velódromo para recoger la mochila y abrigarme un poco pero voy
grogui. Me siento en el suelo e intento recuperar. Me lleva un buen rato. Tras
ponerme la chaqueta y el pantalón que llevaba en la mochila entro en calor y
recupero un poco.
Tras unos
minutos, y viendo que lo de andar me costaba un huevo, nos planteamos coger un
taxi para ir al hotel, pero finalmente fuimos andando. Costó llegar porque
había que subir una cuesta de unos 600 mts. que en mi estado era como el
Everest, pero se consiguió.
Una ducha y a
comer en el hotel. Un poco de reposo antes de irnos y ya de vuelta a Oviedo.
En la
autopista, pienso en todos los que me han apoyado y animado, en el míster
Valentín, en los compis del Club Correr
Asturias, en el gran Papirunning (al que pronto me gustaría ver en una
maratón), en Nacho y, sobre todo, en Mónica que a fin de cuentas es quien me
aguanta día a día. Te quiero preciosa.
Y revivo la carrera y las sensaciones mientras
conduzco. No siento las piernas, que diría aquel. Bueno si, que me duelen un
montón. Mónica me va poniendo al tanto de los whatssaps de ánimo y de los
comentarios en el facebook. Algunos pirados me preguntan que para cuando la
próxima. Ni de coña. Estoy seguro de que no voy a correr más un maratón.
Hoy ya no
estoy tan seguro, hoy creo que ha merecido la pena…
P.D.: 4:10:29
Enhorabuena Félix. Reto superado. De 400 metros a 42 km...¿Y las patucas?
ResponderEliminarMe cagun todo, me he emocionado un montón. Enhorabuena, con relatos como estos, cada vez me entran mas ganas de ir a San Sebastian.
ResponderEliminarGracias Ramón por tus palabras.
EliminarUn plan de entrenamiento de poco más de tres meses y p'alante. Eso es lo más duro. De hecho creo que la aventura de una maratón empieza cuando haces el primer entreno y acaba cuando cruzas la meta.
Enhorabuena.
ResponderEliminarPreciosa crónica y muy emotiva. Nada de superhéroes.
Me ha encantado y ha sido un tiempazo.
Gracias por compartirlo.
Chus.
Me alegra que te guste Chus.
EliminarUn saludo.
Gracias chicos.
ResponderEliminarEs una experiencia única, pero os puedo decir que lo he pasado mal, muy mal. Y aún así, ya pienso en otra. Pa matarme. Eso sí, hay que entrenar más y mejor.
Hoy tengo las patucas bastante bien Riki. A ver como responden mañana por la noche que hay prevista una salida por el Naranco con el perpetrador de este blog, con Mr. Burns y con un amigo común.
Enhorabuena.
ResponderEliminarEn Octubre corrí mi primera Maratón, en Bilbao, con un tiempo y penurias similares a las tuyas con lo que me ha encantado tu crónica. No te conozco pero tengo que poner en duda eso de "Estoy seguro de que no voy a correr más un maratón" ;)). Por si lo reconsideras te informo de que el 15 de diciembre se abre la inscripción al Maratón de Laredo que se correrá en Junio. Más cerca que Donosti, en plan familiar, con muy buena pinta. ;)))
Uy, pa correr otro vamos a esperar un poco más jejeje...
EliminarEnhorabuena Félix!!!!
ResponderEliminarYo también ando por los 40 y pico, tengo una niña y un niño, llevo 15 meses corriendo, empecé con 400 metros y unos cuantos kilos de más...., pero no se si, dentro de unos años, seré capaz de hacer una crónica tan preciosa como la tuya, que me ha emocionado un montón.
Tú y el autor de este blog, sois un ejemplo para muchos de nosotros que desde el anonimato os seguimos y admiramos cada día más: MUCHAS GRACIAS A AMBOS!!!
Un saludo,
Manolo
Un saludo Manolo y gracias.
EliminarPero el mérito de este blog es sólo del amigo Manuel. Yo lo único que he hecho es seguirlo desde casi el principio y él ha tenido la amabilidad de dejarme participar de vez en cuando en estas páginas. Es un gran tipo, te lo digo yo.
Grandeeee Félix!!! qué orgulloso estoy de ver que un conocido acaba esa titánica carrera y lo bien que nos lo relatas.
ResponderEliminarTe reitero mi enhorabuena, ya me gustaría alguna vez lograr algo parecido.
Un abrazo grande.
Manolo (de lugones , del insti y la facultad)
Hombre Manolo!!! Qué alegría leerte por aquí!!!
EliminarA ver si nos vemos por alguna carrera... pero corriendo eh...
Un abrazo tío.
Enhorabuena...leyendote me transmites envidia. Q bien has plasmado las sensaciones. Las buenas y las no tan buenas. Y se agradece tu cronica pq a veces no es facil. Pero esto engancha y mucho. Felicidades.
ResponderEliminarClaro que engancha. Mis mayores locuras las he hecho con la excusa del correr...
EliminarGracias por la enhorabuena.
Gracias por tantos comentarios y tan bonitos hacia la crónica de Félix. Estoy seguro que esto le hará sentir aún más que ha merecido la pena. Y seguro que su crónica es de ayuda y motivación a los que aún no nos hemos enfrentado a la distancia de Filipides.
ResponderEliminarImpresionante Félix, y menuda crónica, reviví ese maratón al leerla, yo también sufrí mucho al final pero la sensación de entrada en meta es indescriptible. Claro que ha merecido la pena y estoy seguro de que habrá más. Gran enhorabuena campeón.
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