Bueno, lo sucedido en el madrugarunning de hoy es algo que
merece ser contado, la verdad. Y algo no tan raro en la gente que corre a horas
tan intempestivas.
Todo empezó con normalidad, a pesar de que tardé en dormir
bastante por un problema con una vecina en la junta de la comunidad, que me
alteró bastante. Y debido al nerviosismo que sufrí con dicho altercado tardé en
dormir y pasó lo que luego me pasó.
Despertador a los 3 cincos, para arriba, dos sorbos de
bebida isotónica, agua en la cara para despertar bien y refrescar, vestirse, y
a la calle.
Empezamos a correr con espesa niebla, que agradezco porque
me hace más anónimo aún en esas horas tan inhabituales para correr. Y al poco
de empezar, en plaza de Toros practicamente, empiezo a notar ganas de ir al baño. Pienso
en que se pasarán, y que aguantando un poco al principio luego se irán, y así
aseguraría una buena visita a Roca en casa. Pero no, las ganas en aumento, las
alarmas empezaban ya a sonar… Pienso hasta en si entrar en algún edificio de
Hospital… lo descarto lógicamente. Tampoco quiero darme la vuelta porque eso
sería abortar el entreno de hoy. Así que seguimos y nos adentramos en zona que
da a Montecerrao.
Las ganas ya son insoportables, apuro el ritmo, pienso que
si logro aguantar encima haré un tiempazo en los 8 kilómetros previstos. Pero
la cosa no cede, y en mi mente la idea de plantar el pino en algún resquicio
rural y apartado de Montecerrao cobra cuerpo. No digamos ya cuando me acuerdo
de que llevo un papel de cocina envolviendo las llaves de casa en el bolso. Ya
no hay excusas, tengo todo el material necesario.
En zona capilla paro el crono y ya con la alarma roja
sonando sin cesar empiezo a buscar un sitio para coger postura de parar un penalti.
Encuentro uno ideal, pero al meterme descubro que era hierba amontonada y meto
el pie hasta el tobillo. Durante un segundo pensé que era abono y un escalofrio
recorrió mi cuerpo. Salgo como puedo de allí, y entonces empieza el momento
ratón. Si, momento ratón, moviéndome como un loco atrás y adelante, a un lado y
a otro buscando un hueco para mi urgencia. No encuentro nada que me satisfaga.
Decido tirar al final de la cuesta de Montecerrao que allí hay una especie de
caleya que lleva a praos y unas casa. La bajada agrava mi estado y ya la cosa
es cuestión de segundos. Llego a esa zona, y descubro un medio camino en el
prado bajo un árbol perfecto. Empezamos operación decididos, bajada de
pantalones y en cuclillas. 5 segundos maravillosos, uso de mi amado papel de
cocina, subida de pantalones, y otros 5 segundos para admirar la obra de arte.
Y más ligero que una perdiz a correr de nuevo. La verdad, una buena marca de
plantamiento de pino. Más rápido imposible.
Luego unas vueltas por parque Montecerrao hasta más o menos llegar
al tiempo que llevo en esa zona, debido a que mi circuito quedó abortado totalmente
ante la emergencia. Al final salieron los 45 minutos habituales para los 8
kilómetros, y llegada a casa para contar la contingencia a la señora. Lógicamente
no daba crédito.
Por último decir que después de desayuno nuevo apretón, con
visita a Roca bastante prolongada, llegando incluso por ello algo tarde a
trabajo…. Y aún sigo con estómago algo raro. Definitivamente la vecina hija
puta me hizo trizas los intestinos.
Saludos caganderos, esto correnderos.
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